La calavera de Luisa Sophia
El viento soplaba fuerte
mas Luisa mucho escribía,
cuando apareció la muerte,
con una caja muy fría.
“Mujer ha llegado tu hora,
vámonos a mi panteón.
Allá serás escritora,
me lo dice el corazón.
“Un escritorio especial,
de madera nada burda,
al estilo colonial
construí porque eres zurda.
“Disfrutarás de mi quinta,
tengo plumas y libretas,
con el azul de tu tinta,
escribirás puras netas.
“En mi casa no hay lamentos,
pero sí rezo el rosario.
Seguirás haciendo cuentos,
que nos leerás en tu osario.
“Por ti yo prendí una vela,
y lo digo muy en serio,
terminarás tu novela,
conmigo en el cementerio.
“Mucho empacho yo no tengo,
a mí ya nada me pesa,
tu linaje es de abolengo,
y eres toda una condesa.
“Aquí anda un escritor
que creyó que eras virtual
se murió del estupor
al saber que eras real
“Quiso mucho a la condesa
y esperó con mucha calma;
le gustaba la realeza
pero ya entregó su alma.
“Esperó mucho pa’ verte
y nunca llegó a ser santo,
se murió sin conocerte,
y hoy está en el camposanto.
Tu epitafio así dirá:
Aquí yace una mujer,
maravillosa y muy lista;
no murió por un querer
sino por perfeccionista.
Su vida se cuece aparte,
su talento era evidente,
su pasión siempre fue el arte,
al que siempre tuvo en mente.
La historia bien conocía
hoy descansa y es genial,
se llamó también Sophia,
mi condesa virreinal.
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